Se fueron tantos y se fueron tan rápido… Ya casi no nos acordamos y apenas han pasado algunas semanas. Decidí ponerme a recordar sus caras, a contar sus nombres, a anotarlos en mi cuadernillo, a tratar de recuperar alguna de sus memorias, a pegar sus pedazos, al menos, en mi imaginación. Me dieron muchas ganas de que esta pandemia no se llevara a estos seres. Quise pegarlos en mi edredón: un nombre, una palabrita, un retruécano, una queja, un adiós, un apellido, una familia. Se fueron tantos que ya no me acordaba, pero no quiero olvidarme. Esto no ha terminado de pasar. Cuando yo me vaya me gustaría que alguien tomara una palabra, un retruécano, una hipérbole y los cosiera en mi edredón para taparse del frío en las noches como hoy donde la memoria arrecia y el viento trae extraños recuerdos.