Sobre este tema, resulta imposible dejar de recordar al poeta nicaragüense Rubén Darío, con su poema titulado El poeta a las musas: “Tengo de preguntaros ¡oh divinas musas! / si el plectro humilde que meneo / mejor produzca los marciales himnos, / y dé armonía al cántico guerrero.”
Esta sección está dedicada a los retratos femeninos del autor. Al ser trabajadas, estas fotografías pasan a volverse imágenes pictóricas en donde la noción de retrato tradicional se transforma en otra vivencia artística. Así nos encontramos con mujeres vampíricas, llenas de erotismo, exóticas, de siglos pasados, contorsionistas, desnudas, picarescas, atrevidas, románticas, expresivas y lúdicas. Estas imágenes parten de las fantasías de nuestro autor, sus visiones eróticas y oníricas, desde las que también conforma su propia existencia.
Para el autor el erotismo es un elemento sensible necesario en el desarrollo de todo su trabajo, como nos dice el gran poeta argentino Juan Gelmán en su poema titulado Foto: “En la fotografía que tus ojos vuelven dulce / hay tu rostro de perfil, tu boca, tus cabellos, / pero cuando vibrábamos de amor / bajo el oleaje de la noche y el clamor de la ciudad / tu rostro es una tierra siempre desconocida / y esta fotografía el olvido, otra cosa.”
Un fotófago es un bichito pequeñito que come luz, pero se nutre de la sombra. Viaja de rayo en rayo. Se esconde en las gavetas, hurga en las alcobas, se mete en los escotes, busca en los secretos. Es quien trata de entender lo que pasa con los cuentos cuando se cierra el libro; es quien está detrás de tus sueños y detrás de los míos.